martes, 27 de marzo de 2018

Mundo al revés

Aún cuando las cosas siempre están sometidas al cambio, no es  enajenado pensar que las cosas pudieran haber sido mejores, si cada quien desde su pequeño y anónimo mundo, hubiese tenido el empeño de hacer el mínimo esfuerzo que exigía la historia particular o la universal, de ir en la misma dirección.

Tal vez, suene deprimente, pero no es fácil aceptar en estas fechas que el mundo local sea dirigido tan magramente por unos pocos, en detrimento de la mayoría, y que exista una tergiversación tan profunda no sólo en los valores, sino en los esquemas mentales que guían cognitivamente, tanto nuestro actuar, como la comprensión del mundo que nos rodea.

Ahora, somos los malos por tener buenos principios y por aspirar que impere lo correcto, lo bueno, en un mundo, que pareciera  que se derrumba en derredor, y en donde algunos intentan sobrevivir a expensas de la miseria de todos.

Lo malo es el nuevo bueno.

Hacer lo correcto, y ejecutar acciones buenas es de pendejos.

Y, lo triste de las circunstancias, es que se intenta quebrar nuestra resistencia, sometiéndonos a la ignominia, al descredito y al aislacionismo, con la intención de hacernos parte de ese pandemonium, que como suerte de vorágine, nos lleva a todos al mismo destino.

Cómo sobrevivir a tanta desazón, es una suerte de conflicto tanto cognitivo como conativo.

Mientras tanto, debemos aceptar que la solución no puede ser sólo esperar la parusia. Debemos seguir haciendo lo correcto, vivendo y actuando según principios concretos, y recibiendo los embates, levantándonos cada día, y agradeciendo a Dios, y saliendo a luchar por nuestra vida, por nuestro derecho a ser felices, y vivir con calidad de vida, hoy, en este ahora, y aquí, en nuestro suelo natal.

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